Tercer Paso

Decidimos poner nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de Dios, tal y como nosotros lo concebimos.

Los  Pasos Primero, Segundo y Tercero conforman el núcleo del proceso de admisión, derrota y rendición. Aunque a primera vista el Tercer Paso aparece como el punto en el que por completo hacemos entrega de nuestra voluntad y de nuestras vidas, pocos de nosotros somos capaces o estamos dispuestos a entregar todo de inmediato en un único acto sublime. El tercer paso nos pide que tomemos la decisión de poner nuestras vidas y nuestras voluntades al cuidado de un Poder  más grande que nosotros; llevar a cabo esta decisión es un trabajo diario para toda la vida. Principalmente, cuando llegamos al Tercer Paso nos comprometemos a dejar de vivir impulsados por nuestra propia voluntad; en lugar de ésta, buscamos que sea un Poder Superior el que nos guíe. Así lo practicamos un día a la vez mediante el trabajo de los pasos, movidos por un espíritu de buena voluntad, y buscando el progreso, no la perfección.

¿Quién es este Poder Superior al que entregamos nuestras vidas?. En el Segundo Paso habíamos empezado a desarrollar una definición personal de Dios, tal y como lo entendemos, que nos funcionara. El Tercer Paso nos ayudaría a ganar una mayor comprensión y confianza; empezamos a dirigirnos y a conectar con un Dios de confianza y amoroso a quien pudiéramos entregar nuestras voluntades y nuestras vidas.

Puesto que nos debatíamos con nuestra propia voluntad, y porque aplazar las cosas era más fácil que ponerse en acción, el trabajo con un padrino nos liberaba de una toma de decisión en solitario e irresponsable; nos ayudaba a que saliéramos de nuestra propia mente. Después de todo, eran nuestras mejores ideas las que nos que nos habían traído hasta aquí. En recuperación, comprendimos que habíamos sobrestimado el conocimiento de nosotros mismos y nuestro intelecto. Un padrino nos proporcionaría guía, apoyo y sentido de responsabilidad; trabajar con él nos ayudaría a prepararnos para la  rigurosa honestidad que se requiere en el Cuarto Paso. Este trabajo nos mostrará las primeras señales de que estamos dispuestos o de que efectivamente, tenemos el deseo de cumplir con la voluntad de Dios en lugar de confiar en la nuestra. Así comenzaba un cambio de actitud que favorecía una mente más abierta, nos hacía más íntegros y nos permitía continuar aprendiendo.

Muchos de nosotros empezamos con la decisión de entregar a Dios un problema o un suceso a la vez, de igual manera que vivíamos nuestra sobriedad un día a la vez. Hacíamos el ejercicio diario de soltar lar riendas y dejárselas a Dios. A veces esta decisión suponía hacer una llamada de teléfono, pedir consejo a alguien, rezar, ir a una reunión, hacer lo que correspondiera hacer en ese momento, o practicar el autocontrol hasta que nuestras tormentosas emociones hubiesen remitido. A medida que experimentábamos momentos de paz como resultado de entregar algunos de nuestros problemas, íbamos adquiriendo una mayor fe y confianza. Pidiendo ayuda a un Poder Superior,  admitíamos que no podíamos hacerlo solos, y nos abríamos a un Poder que podía ayudarnos. Cuando nos descubríamos a nosotros mismos tomando de nuevo el control, inmediatamente tomábamos la decisión de rendir una y otra vez esos pensamientos lujuriosos, resentimientos, miedos, u otros defectos de carácter.

Cuando éramos nosotros los que dirigíamos el espectáculo, nuestros pensamientos se desataban y sistemáticamente recurríamos a las fantasías lujuriosas. Estábamos plagados de miedo, ansiedad, desesperación, resentimiento y odio a nosotros mismos. Nos imaginábamos en qué consistían esos propósitos espirituales, pero rara vez tomamos las acciones correspondientes. Las consecuencias de nuestras elecciones eran dolorosas, y muchas de nuestras acciones nos acarreaban vergüenza y repulsión. Nuestras relaciones más íntimas estaban envenenadas de amargura y dejadez. ¿Qué teníamos que perder si cedíamos el control de nosotros mismos y entregábamos nuestra vida y nuestra voluntad a un Poder superior a nosotros mismos? Tomando esta decisión aceptamos la ayuda de Dios sin reserva alguna. A menudo, esta ayuda nos llegaba a través de la guía y sugerencias de nuestro padrino o madrina. El Tercer Paso significaba ceder el control sobre los resultados y abrirnos a la voluntad de Dios; también significaba confiar en que Dios nos guiaría en todo lo que hiciéramos. Cuando éramos consecuentes con esta decisión, recuperábamos el control; pero era el poder de Dios, no el nuestro. Cuando nuestra voluntad era conforme con la voluntad de Dios para con nosotros, nuestras vidas se enriquecían y se llenaban de mayor plenitud de la que nunca podíamos haber imaginado.
 
El primer párrafo de la página 58 del libro Alcohólicos Anónimos describe los beneficios que recibimos cuando entregamos nuestra voluntad a Dios. Algunos llaman a estos beneficios "las promesas del Tercer Paso":

“Cuando asumimos sinceramente esa actitud, toda clase de cosas admirables sucedieron. Teníamos un nuevo Patrón. Siendo todopoderoso, él proveía todo lo que necesitábamos si nos manteníamos cerca de Él y desempeñábamos bien su trabajo. Establecidos sobre esta base, empezamos a interesarnos cada vez menos en nosotros mismos, en nuestros planes y en nuestros proyectos. Nos interesamos cada vez más en darnos cuenta de qué era con lo que podíamos aportar a la vida. A medida que sentimos afluir en nosotros un poder nuevo, que gozamos de tranquilidad mental, que podíamos encarar la vida satisfactoriamente, que llegamos a ser conscientes de Su Presencia, empezamos a perder nuestro temor al hoy, al mañana o al futuro. Renacimos”.

Además de nuestra rendición diaria a la voluntad de Dios, la decisión de entregar nuestras vidas y nuestras voluntades consistía también en una decisión de trabajar el resto de los pasos. El Tercer Paso es una llamada a la acción. Así lo explica el libro de los Doce Pasos y Doce Tradiciones: "Como todos los pasos restantes, el tercer paso requiere de nosotros acción positiva, porque sólo poniéndonos en acción podemos eliminar la obstinación que siempre ha bloqueado la entrada de Dios, o si lo prefieres de un Poder Superior en nuestras vidas". Para nosotros los sexólicos ceder nuestra voluntad significaba trabajar los pasos; ponernos en acción y trabajarlos despejaba poco a poco la obsesión que teníamos con nosotros mismos. El poder y el amor de Dios fluían en nuestras vidas, aportándonos una sensación de paz interior.

Esa paz era el resultado inmediato de una vida que ya no tendríamos que gobernar. La tristeza, la inquietud, el resentimiento y la lujuria eran reemplazadas con la sencilla responsabilidad de buscar, escuchar y seguir. Nos sorprendíamos y deleitábamos cuando nos dábamos cuenta de que nuestra entrega diaria a un Poder Superior no sólo nos liberaba de la tiranía del sexolismo, sino que se manifestaba en todos los aspectos de nuestras vidas. Vimos cómo mejoraban nuestras relaciones con los demás, nuestros trabajos, nuestra economía, e incluso nuestra salud. Estas eran consecuencias naturales de poner nuestras vidas bajo una mejor dirección. Con agradecimiento, un renovado optimismo y resultados tangibles en nuestro programa de recuperación, nos sentiamos preparados para empezar a trabajar el Cuarto Paso.

Testimonios de los miembros de SA

¦¦ 1 ¦¦

Cuando leí acerca de este paso en el Libro Blanco pensé que era el más sencillo de los doce. Después de todo, consistía tan sólo en tomar una "decisión". Creía que este paso me llevaría cinco minutos, identificándome con la experiencia que contiene el testimonio Inundado de Emoción del Libro de AA ("De las tinieblas hacia la luz", Historias de la Cuarta Edición del Libro Grande) . Sin embargo, cuando dije mi oración del Tercer Paso  no pareció que sucediera nada. Mi padrino sugirió que, al igual que sucede con otras decisiones importantes en la vida, la decisión de poner mi vida y mi voluntad al cuidado de Dios quizá se produciría de forma más gradual que repentina. Pensé en lo que me dijo y me esforcé en trabajar el Tercer Paso hasta que me sentí embargado por él.

Cuando finalmente estuve seriamente dispuesto a entregar mi vida y mi voluntad al cuidado de un Poder Superior, busqué un padrino. La siguiente acción que tomé del Tercer Paso fue la de seguir los consejos de éste. Ahí fue donde encontré la primera evidencia de que algo sobrenatural estaba sucediendo, puesto que tener respeto a otra persona no era algo que viniera naturalmente a alguien tan lleno de mí mismo como yo lo estaba.

Inicié otra nueva etapa en mi viaje del tercer paso cuando contacté con compañeros con quienes renovar mi compromiso diario cada mañana. Nos comprometíamos a entregar nuestras voluntades y nuestras vidas al cuidado de Dios durante ese día. Con el tiempo llegué a intimar con la mayoría de mis compañeros, creando una red de amigos del programa con los que podía compartir cualquier cosa.

¦¦ 2 ¦¦

Morir de sexolismo o llevar una mi vida espiritual; una y otra me parecían elecciones difíciles. La decisión de poner mi vida y mi voluntad al cuidado de mi Poder Superior me pareció más fácil cuando resultó evidente que mi incapacidad para gobernar mi vida me estaba matando. Fue un alivio para mí escuchar que un Poder Superior a mí misma se encargaría de hacer un trabajo perfecto, y que lo único que yo tenía que hacer era actuar como si así fuera. Tuve que ejercitarme en la entrega de mi voluntad a Dios; me ejercitaba con la entrega de mi deseo de tener una relación y de casarme, el vacío terrible que sentía, la añoranza de mis novios anteriores, y mis miedos. Poco a poco, me fui dando cuenta de que, cuanto más le entregaba, más fácil se hacía mi vida.

¦¦ 3 ¦¦

Cuando llegué a SA estaba desesperado. Lo único que sabía era que mis relaciones efímeras,  mis continuos pensamientos sexuales y las fantasías que acompañaban a la masturbación estaban fuera de control. Sin embargo, cuando escuché los pasos en las reuniones, supe que "Dios" iba a ser un problema para mí. Yo había sido un ateo toda la vida, aunque me daba cuenta de que los dos primeros pasos no decían nada acerca de Dios. Cuando entré en sobriedad tuve que enfrentarme en el Tercer Paso al problema de Dios.

Durante el primer año, utilicé otros nombres en lugar de Dios. Maestro, Profesor y Poder Superior eran aceptables para mí. Después de compartir el inventario del primer paso en un grupo de SA, me reuní con mi padrino para hacer los siguientes pasos. Me dijo que haría conmigo exactamente lo mismo que su padrino había hecho con él.

Me preguntó: "¿Crees que un Poder Superior a tí mismo puede devolverte el sano juicio?"

Le respondí que sí.

"¿Estás dispuesto a trabajar desde el Cuarto hasta el Duodécimo Paso ?"

"Sí"

"Entonces necesitas empezar a escribir tu inventario del Cuarto Paso"

Me quedé muy sorprendido. Mi predisposición a enfrentarme a "Dios" en el Tercer Paso resultó ser innecesaria. "El cuidado de Dios tal y como cada cual lo conciba" significaba ni más ni menos que eso: tal y como yo lo conciba. Mi padrino me dijo que la "decisión de entregar nuestras vidas y nuestras voluntades a un Poder Superior" implicaría que estaba dispuesto a ceder el control; que estaba dispuesto a seguir las instrucciones de mi padrino y a trabajar el resto de los pasos. Para mí, con eso fue suficiente.

¦¦ 4 ¦¦

Una vez que me estaba peleando con este paso, mi padrino me sugirió que me fuera a una carretera próxima, hiciera una señal y me subiera al primer automóvil que parara, y entregara mi voluntad y mi vida al cuidado de quienquiera que estuviera conduciendo. Me preguntó cómo iba esa persona a hacerme más daño del que yo mismo me había hecho. Otro veterano dijo que también podría recoger a alguien durmiendo en un banco del parque y permitirle que fuera mi Poder Superior. Es posible que de esta manera pudiera ver cómo mi vida iba mejorando. Uno y otro tenían razón: mis mejores ideas no eran sino el resultado de mi desatada obstinación.

¦¦ 5 ¦¦

Estaba pasando un fin de semana en un hotel a 500 millas de mi casa, haciendo servicio con un pequeño grupo de sexólicos en recuperación. Mientras trabajábamos en una salón de conferencias cerca del ascensor de nuestro piso, podíamos ver a niños correr más allá de nuestra ventana y escuchar cómo se llamaban unos a otros. Toqué el brazo de un compañero y le pedí que saliera conmigo. Una vez que estuvimos fuera, apoyado sobre la verja, le dije: "necesito rendir algo".

"Me he dado cuenta de que hoy tenemos a esos niños cerca. Tengo hijos y soy atento con los niños, pero también he abusado de niños. No creo que esté ahora experimentando excitación sexual alguna, ni que me esté peleando con el deseo de practicar la lujuria; pero es en ésta en lo que lo que puede convertirse toda esa energía que percibo a mi alrededor, así que quiero entregársela a Dios antes de que llegue a ese punto. Contigo como testigo, admito a Dios mi impotencia; le pido que que me deje entregarle mi deseo de practicar la lujuria esta mañana. Confío en que así sea en la manera en que abro mi corazón a tí y a Dios. Gracias por escucharme".

Dije todo esto sin pausa; nos mirábamos el uno al otro todo el tiempo que estuve hablando. Me dio las gracias por compartir y volvimos a nuestra tarea. No tuve problemas con la lujuria esa mañana ni el resto del fin de semana.

Esta es una manera en que puedo entregar mi vida y mi voluntad al cuidado de Dios. Cuando afirmo mi impotencia ante otro sexólico se la estoy entregando a Dios; ahora se que ya no tengo que enfrentarme a solas con eso.

¦¦ 6 ¦¦

La primera vez que leí acerca del Tercer Paso me pareció una idea imprecisa. Sin embargo, puesto que había llegado a la conclusión de que mi trabajo de los pasos debía ser pausado y minucioso, me puse a examinar las palabras cuidadosamente. El Tercer Paso no dice que mi vida y mi voluntad serán entregadas a Dios; lo que dice es que yo tome una decisión. ¿Qué significaba eso para mí?

Mi vida está mayormente influida por las cosas que hago y las acciones que emprendo. Así que, para mí, mi vida son mis acciones. Aquello que pienso influye en mi voluntad; así que mi voluntad son mis pensamientos. Mi  Tercer Paso consistió en una decisión de entregar mis pensamientos y mis acciones al cuidado de Dios, tal y como yo lo entienda. Lo cual también implicaba que tomara una decisión de trabajar el resto de los pasos.

¦¦ 7 ¦¦

Estuve peleándome con el Tercer Paso durante mucho tiempo. Mi imagen de Dios era la de un poder cruel e indiferente que me castigaría duramente cada vez que le enfadara. Mi decisión de entregar mi voluntad y mi vida a Su cuidado vino tan sólo después de que hubiera identificado mis falsas creencias acerca de Dios. Me desprendí de esas viejas ideas e identifiqué las creencias e ideas por las que iba a vivir mi vida en lo sucesivo. Me di cuenta de que el Tercer Paso consistía en una decisión de perseverar en una relación con este Poder Superior que podía devolverme el sano juicio, y que lo haría si yo le buscaba. Sabía que esta era mi última y mejor esperanza de lograr mi libertad, y la busqué. Como resultado de este programa, hoy se que soy hijo de un Dios de amor que se complace en mí.

Algunas cuestiones a considerar:

1. ¿Qué decisiones de cambiar has tomado que no tomaste cuando llegaste por vez primera al programa?
2. ¿Estás dispuesto a trabajar regularmente con un padrino/madrina? Haz una lista explicando cómo lo haces.
3. ¿Estas dispuesto a seguir las sugerencias de tu padrino/madrina?
4. ¿Qué cambios ves en tí mismo en tu vida diaria?
5. ¿Sobre qué pensamientos, hábitos y aspectos de tu vida necesitas aún rendirte?
6. ¿Estás dispuesto a entregar tu voluntad y tu vida a un Poder más fuerte que tú?. 

Haz una lista de aquellas acciones que estés dispuesto a emprender una hora o un día a la vez. ¿Compartirías esta lista con tu padrino/madrina?

Los pasos en acción

Tercer Paso

Un enfoque efectivo del Tercer Paso es el que incluye oración, escribir y acciones concretas.

Oración: además de la Oración del Tercer Paso, la "Oración de entrega" puede ser una fuente de inspiración:

Poder Superior, te entrego a tí este día.
Dirige tú el trabajo de mis manos,
los pasos de mis piés,
las palabras de mi boca,
la dirección de mi mirada,
los pensamientos de mi mente,
y la actitud de mi corazón.

Reserva algún rato tranquilo del día para orar. Muchos prefieren hacerlo por la mañana, pero otros escogen hacerlo en otros momentos, como en la comida o antes de retirarse a dormir. Si no te surge un motivo por el que orar, concéntrate en un aspecto en particular de las dos oraciones, o expresa tu agradecimiento a tu Poder Superior por el programa de SA. Pídele que te conceda la firmeza para confiar en que el programa funciona.

Escribir: resulta de ayuda escribir las emociones y pensamientos que despierta el trabajo de este Paso. ¿Tengo deseos de trabajarlo o me espanta hacerlo?, ¿Qué espero que ocurra?, ¿De qué tengo miedo?, ¿De verdad quiero entregar mi vida y mi voluntad a Dios?, ¿Confío en Dios lo suficiente como para entregar mi vida y mi voluntad a Su cuidado?

Al responder por escrito a estas preguntas, algunos aspectos de nuestra vida pueden ser fácilmente entregados al cuidado de Dios. Otros pueden resultarnos más difíciles de entregar. Esto nos puede indicar que necesitamos trabajar más los pasos anteriores. Cuando Dios no te parezca digno de confianza, vuelve al Segundo Paso; cuando el ego no te permita abandonar ciertos aspectos de tu vida al cuidado de Dios, vuelve al Primer Paso, llegando al punto donde exista una genuina disposición de soltar las riendas y dejar que Dios se ocupe. La oración y lo que hayas escrito provocarán esa comunicación, y las acciones correspondientes vendrán por añadidura.

Acciones concretas: las acciones dicen más que las palabras. "Las medias tintas no nos sirvieron de nada". Estas son algunas de las sugerencias para ponerse en acción con el Tercer Paso:

Búscate un padrino/madrina. Un padrino normalmente tiene un grado mayor de cordura, sobriedad, paz y sabiduría que el ahijado. Trabajar el programa sin un padrino niega el principio que contiene el Tercer Paso. El hecho de buscarlo demuestra que existe sinceridad y disposición de trabajar el programa de recuperación.

La oración del Tercer Paso. Algunos miembros de nuestra fraternidad hacen este paso en público recitando la oración del Tercer Paso en una reunión a la que se unen otros miembros. Otros pueden preferir hacerlo en privado con su padrino/madrina o con un ministro de su iglesia:

“Dios me ofrezco a Ti para que obres en mí y hagas conmigo tu voluntad. Líbrame de mi propio encadenamiento para que pueda cumplir mejor con Tu voluntad. Líbrame de mis dificultades y que la victoria sobre ellas sea el testimonio para aquellos a quien yo ayude de Tu Poder, Tu Amor y y de la manera que Tú quieres que vivamos. Que siempre haga Tu voluntad” (AA, pag. 59)

Sigue las recomendaciones de tu padrino. La "búsqueda de uno mismo y el desinflamiento de nuestro orgullo" que experimentaste en el Primer Paso lo hará posible. Formar una relación con tu padrino implicará un compromiso de asistir regularmente a las reuniones, trabajar los pasos y reunirte regularmente a solas con él.

Crea una red de amigos del programa. El denominador común que los une, es la entrega a Dios de sus voluntades y sus vidas cada día. Con el tiempo, su amistad se hará más íntima y descubrirás que puedes compartir cualquier cosa con ellos. Junto con tu padrino, esta red de amigos cumplirá con un requisito esencial para la realización de tu Tercer Paso, y este requisito no es otro que el de cruzar sin trabas el umbral  que conduce a la honestidad.

Renueva a diario tu compromiso. A continuación viene un ejemplo de renovación diaria. Practical Recovery Tools (1994-2003) contiene otros ejemplos.

1. ¿Estás dispuesto a admitir que eres impotente ante la lujuria?
2 ¿Deseas la sobriedad en las próximas 24 horas (estar libre de las obsesiones y actos de lujuria, libre de miedos, resentimientos, culpa, autocompasión, etc)?
3 ¿Estás dispuesto a hacer lo que sea necesario para proteger este deseo en las próximas 24 horas (marcar límites, orar, leer, cuidar de tu salud física, contactar y llamar a otros, etc?)
4 ¿Eres consciente de que cuando acaben estas 24 horas serás libre de escoger estar sobrio un día más o bien de seguir otro camino?
5 ¿Sólo por hoy estás dispuesto  a entregar conmigo tu voluntad y tu vida al cuidado de Aquel que ayer te mantuvo sobrio y te protegió de todas las consecuencias de la lujuria en el pasado?

Hazlo simple y breve; emplea tus propias palabras. Al principio, quizá las tres primeras preguntas sean suficientes.

Lecturas recomendadas:

Sugerimos a los miembros que lean y estudien las siguientes lecturas recomendadas antes de trabajar el paso:

Alcohólicos Anónimos

"Cómo trabaja", Pags. 54-66

Sexólicos Anónimos

"Tercer paso", Pags. 95-98

Doce Pasos y Doce Tradiciones.

"Tercer Paso, Pags. 32-38

¿Qué es la sobriedad sexual para el sexólico?

Somos personas que tenemos un problema con nuestros pensamientos y comportamientos sexuales. Nuestra experiencia nos demuestra que somos adictos a la lujuria y a los actos sexuales compulsivos. Es por esto por lo que nos llamamos sexólicos. Al principio, pocos de nosotros aceptábamos que fuéramos adictos. Sin embargo, cuando escuchamos a otros que decían ser sexólicos, llegamos al convencimiento de que teníamos un problema en común, así como de que también había una solución en común.

Las personas adictas al alcohol descubren que, una vez han tomado la primera copa, no saben cuánto ni por cuánto tiempo estarán bebiendo.También descubren que, a pesar de las reacciones negativas que reciben de la sociedad, amigos o familia, seguirán buscando la bebida. No pueden parar. La solución está en no tomarse la primera copa.

Ocurre algo parecido con nuestros pensamientos y comportamientos sexuales. A pesar de sus consecuencias negativas -humillaciones, actos inmorales, mentiras, enfermedades, trabajos perdidos, divorcios o arrestos- no podemos predecir hasta qué punto o por cuánto tiempo seguiremos viviendo en la fantasía sexual y practicando la adicción. La solución consiste en alcanzar la sobriedad sexual.

La sobriedad sexual para el sexólico significa no practicar el sexo nosotros mismos o con otra pareja que no sea nuestro marido o esposa. La sobriedad sexual también implica la liberación progresiva de las muchas formas de pensamiento sexual y de lujuria que son parte de nuestras vidas. Nuestra experiencia colectiva nos demuestra que la sobriedad sexual nos liberará de estas compulsiones. Esta libertad se encuentra permaneciendo sexualmente sobrio y aplicando los Doce Pasos y las Doce Tradiciones en nuestras vida diaria.

Si quieres lograr lo que hemos encontrado en sobriedad y estás dispuesto a tomar las acciones necesarias para lograrlo, entonces Sexólicos Anónimos te será de utilidad. Sexólicos Anónimos es para aquellos que se dan cuenta de que tienen un problema con la lujuria. Te invitamos a que te unas a nosotros en el camino que nos conduce a la libertad.

Alcanzar la sobriedad y mantenerse sobrio

Trabajamos los pasos, asistimos a las reuniones y aprendemos a confiar en Dios tal como cada cual lo conciba. También dejamos de consumir y de obsesionarnos con imágenes y conductas sexuales y lujuriosas. Nos comprometemos a tener sexo sólo con nuestro marido o esposa. Tampoco tenemos sexo con nosotros mismos, lo que significa que renunciamos a la masturbación. Aunque parezca que nos vamos a morir sin sexo con nosotros mismos, nuestra experiencia nos dice que tal cosa sencillamente no va a ocurrir.

Lo que hacemos en la práctica es dejar de de alimentar la fantasía lujuriosa. Dejamos de utilizar Internet para buscar imágenes pornográficas. Dejamos de tocar nuestros genitales para buscar la excitación sexual. Dejamos de leer publicaciones con contenidos lujuriosos. Dejamos de ir a librerias para adultos, locales de strip-tease o cualquier otro lugar donde ofrezcan sexo y lujuria. Elegimos una ruta diferente para evitar lugares que pudieran dispararnos la lujuria o provocar que practiquemos la adicción. Dejamos de contactar con personas que sirvan a nuestros propósitos lujuriosos o románticos; no contactamos con ellas aunque ellas contacten con nosotros. Dejamos de permitirnos el recuerdo de parejas y situaciones sexuales.

Algunos miembros casados descubren que comprometerse a pasar un periodo de abstinencia sexual con el consentimiento de su pareja les permite concentrarse en su sobriedad. Sin importar cuánto tiempo hayamos estado en recuperación, este periodo de abstinencia puede ser una útil herramienta para lograr una mejor perspectiva de nuestro matrimonio y de nosotros mismos. Cuando el sexo está fuera de nuestro esquema descubrimos que el sexo en verdad es opcional.

Si vamos a un negocio o evento donde sabemos que habrán disparadores sexuales o lujuriosos (lugares tales como un supermercado, un centro comercial o un aeropuerto), llamamos a alguien de la confraternidad y lo rendimos mientras nos dirigimos a ese lugar. Si nos sentimos incómodos en una determinada situación, sencillamente nos marchamos. Cuando abandonamos estas conductas la compulsión desaparece, y podemos seguir con nuestro día. Nuestra sobriedad se convierte en lo más importante cada día y en cada circunstancia.

Hacemos uso de la oración. Cuando estemos tentados a mirar por segunda vez a una persona atractiva, rezamos: "Dios mío bendice a esa persona, Dios mío ayúdame". Podemos tomar un papel y escribir una oración de agradecimiento a nuestro Poder Superior por mantenernos sobrios en esa situación. Utilizamos todas las herramientas del programa de SA para ayudarnos a mantenernos sexualmente sobrios.

El principio del anonimato

El concepto de anonimato, tal y como se aplica a los Programas de Doce Pasos, aparece en las Tradiciones Undécima y Duodécima como guía para los miembros de la confraternidad:

Necesitamos mantener siempre el anonimato personal ante la prensa, la radio, el cine y la televisión...

El anonimato es la base espiritual de nuestras tradiciones, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades.

Conforme la Undécima Tradición, cuando como miembros representemos a SA ante los medios de comunicación, hablamos de los principios del programa de SA sin emplear nuestros nombres y desvinculados de cualquier propósito egoísta. Esto nos enseña humildad y a la vez protege el bienestar de la confraternidad si uno de nosotros pierde su sobriedad o adquiere notoriedad pública. De hecho, en SA no existen notoriedades públicas!

La Duodécima Tradición presta atención al anonimato "como la base espiritual de nuestras tradiciones, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades". Esta es una declaración poderosa y a la vez sorprendente. ¿Por qué ha de servir el anonimato como la base espiritual de todas nuestras tradiciones?

En esto los fundadores están apuntando a algo mucho más profundo que el sencillo hecho de abstenerse de utilizar nuestros nombres en público y de asistir a las reuniones como iguales. Los primeros miembros de AA se dieron cuenta de que la supervivencia del grupo era esencial para poder ayudar al recién llegado, así como para que ellos mismos mantuvieran su sobriedad. Llegaron al convencimiento de que el anonimato es esencialmente el principio que nos previene de todo aquello que puede destruir el grupo -egoísmo, grandiosidad, manipulación, imposición de nuestros planes, politiqueo, y cualquier otra forma humana de búsqueda de autosatisfacción-,  apuntando en su lugar hacia aquellas actitudes que buscan la unidad del grupo y nos aportan paz, humildad, aceptación, amor y servicio como personas. De esta forma, la conciencia de grupo puede ponerse en primer lugar y estar guiada por el amor de Dios. A veces, los regalos de Dios nos vienen de forma tan sencilla y natural que no nos damos cuenta. Dios, que nos suministra tantos y tan preciosos regalos -empezando por nuestra sobriedad- no necesita alardear ni llevarse mérito alguno. Si Dios -que merece nuestro reconocimiento y que le demos las gracias- puede mantenerse anónimo, nosotros podremos entonces buscar la práctica del anonimato en nuestra vida diaria.